La Fontana di Trevi es la fuente más monumental de Roma y una de las más hermosas del mundo. La historia de esta fuente se remonta a los tiempos del emperador Augusto.

Según la leyenda, fue una misteriosa doncella la que indicó al general Agripa el emplazamiento del manantial, en las afueras de Roma. Para traer el agua a la ciudad, Agripa construyó un acueducto (terminado el año 19 a.C.), que en honor de aquella doncella se llamó Acqua Virgo.

La monumental fuente que hoy admiramos fue construida en el siglo XVIII por un hombre casi desconocido, llamado Nicola Salvi, que sorprendió a todo el mundo con este diseño asombroso. Los trabajos para su construcción se prolongaron durante 30 años y acabaron arruinando la escasa salud de Salvi, que murió sin poder acometer otros proyectos y sin ver terminada su hermosa fontana.

En la actualidad visitar esta magnifica fuente es parada obligatoria, casi tanto como lanzar una moneda dentro de ella. Cuenta la leyenda que si quieres volver a la ciudad debes tirar una moneda a la fuente, pero de la manera correcta, es decir de espaldas a fuente, sin mirarla.

En la fuente se pueden encontrar todo tipo de monedas y de distintos valores, ni la procedencia ni el valor es importante.

Son tantas las personas que visitan la Fontana di Trevi y lanzan su moneda que cada día se acumula mucho dinero entre el agua. Aunque las monedas sean de poco valor, el número de ellas que se pueden encontrar resulta muy suculento, por lo que hay una patrulla de policías fija para evitar robos y asegurar que todo el dinero que se recoge se pueda donar a Cáritas de Roma.

Si ya has visitado la famosa fuente y has lanzado tu moneda, tendrás que esperar un poco para poder volver a la capital italiana. Pero que no puedas ir no significa que no puedas disfrutar de la gastronomía italiana.

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