Con la Navidad llegan tradiciones como la de decorar los hogares con un árbol, luces, guirnaldas y por supuesto el belén.
Con el belén representamos el nacimiento de Jesucristo. La primera celebración navideña en la que se montó un belén tuvo lugar en la Nochebuena de 1223, cuando San Francisco de Asís decidió reproducir la tradición cristiana en una cueva próxima a la ermita de Greccio, localidad situada en la región de Lazio.
Esta tradición se ha mantenido durante el tiempo, en la actualidad podemos encontrar distintas versiones de esta escena, hay uno en un gran número de casas y en las ciudades se colocan en los lugares más característicos para que puedan visitarse durante las fiestas.
En el siglo XV la consolidación del escultor de figuras de belén hizo que se pasara de representar únicamente el nacimiento en el pesebre a incluir todo lo que le rodea, desde casitas, talleres o panaderías hasta el río con las lavanderas. Con el belén se pasó a representar las situaciones, costumbres y la realidad social que se vivía en ese momento.
Pero hay un belén que ha mantenido su importancia a lo largo de la historia. El Belén Napolitano ha conseguido dejar un legado a lo largo de los años gracias a su realismo.
El origen de este belén en miniatura, data del año 1340, cuando se creó el primero con estas características. De ese primer belén aún se guarda la figura de la Virgen María, que se conserva en el museo de San Martino.
La representación más abundante en el Belén Napolitano es la figura humana, llamada en este aspecto pastori. Estas figuritas son una obra de arte que refleja todo tipo de detalles en sus rostros, incluso las enfermedades como la viruela y el raquitismo.
Una escena que se repite con frecuencia, es la de Tarantella, donde se hace una pequeña representación del baile popular del sur de Italia. Aparecen también la figura de Ciccibacco, haciendo referencia a los antiguos dioses paganos, más concretamente al Dios Baco. También se representa a los mezzocaratteres, los campesinos que han escalado de estamento y se mofan de los burgueses.
Podemos encontrar desde los personajes más clásicos mencionados anteriormente, hasta vendedores, taberneros, pescadores o ganado. También tienen lugar los personajes más grotescos para darle ese toque de cinismo de la sociedad italiana del momento.
El Belén Napolitano se suele dividir en tres espacios. Por un lado está la escena central con el nacimiento de Cristo, el núcleo más urbano con las posadas, el mercado o el bullicio de los aldeanos y por último el paisaje más natural.
Aparte de sus pizzas, Nápoles cuenta con toda una tradición en la artesanía de los belenes navideños que ha evolucionado desde figuritas con materiales más pobres, pero con todo el realismo, hasta figuras que parecen que estén vivas.
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